lunes, 17 de diciembre de 2012

Darling, proyecto para ejecutar aplicaciones OS X en Linux.

En Gnu/Linux, podemos ejecutar programas para Windows, utilizando herramientas como Wine, pues Darling es algo parecido pero para programas de OS X.
Darling, es un proyecto de código abierto basado en GNUstep y cuyo objetivo es lograr la compatibilidad para ejecutar aplicaciones Darwin/OS X en sistemas GNU, además de proporcionar herramientas útiles que ayudarán especialmente en la instalación de las aplicaciones.
El proyecto todavía está desarrollándose, pero ya se está ejecutando programas básicos OS X.
Desafortunadamente el proyecto se encuentra en desarrollo temprano y hay pocos programas de Apple que se puedan ejecutar en modo gráfico aunque algunos ya lo hacen a través de la terminal.
La buena noticia es que este es un proyecto de investigación para una tesis universitaria que está llevando a cabo Luboš Doležel, algo que asegura que el proyecto seguirá en marcha durante, al menos, algunos meses.
Aquí podéis ver una captura donde se muestra el mismo ejecutable en las dos plataformas. Un simple “Hello World

Si estás interesado en colaborar en este proyecto o quieres más información así como la descarga, entra en su pagina oficial.

miércoles, 12 de diciembre de 2012

125 años del nacimiento de Srinivasa Ramanujan.

En este 12 de Diciembre de 2012 se cumple el centésimo vigésimo quinto aniversario del nacimiento de Srinivasa Ramanujan (1887-1920), motivo por el que se han organizado congresos (Universidades de Florida (EEUU) y Mysore (India)) y publicaciones (Notices of the AMS) que muestran el impacto creciente de su obra en las matemáticas que se han creado desde la conmemoración de su centenario, hace ahora veinticinco años.



Tratándose de Ramanujan cabe  preguntarse si el número de esa efemérides, 125, hubiera tenido para él algún significado especial, aparte de que 125 sea igual a cinco elevado al cubo, por lo que si lo escribiésemos en base 5 obtendríamos 1000 que es una cifra mucho más redonda e imponente. Pero recordemos, una vez más, su famosa anécdota en torno al número 1729, cuando su amigo, y protector, Godfrey Harold Hardy le visitó en el hospital y le contó que la matrícula del taxi que le había llevado era 1729, un entero un tanto anodino, a lo que Ramanujan, desde su lecho de enfermo, contestó: “¡No Hardy, no!… 1729 es un número muy interesante, ya que se trata del entero menor que puede ser expresado de dos maneras distintas como suma de dos cubos”: 1729 = 13 + 123 = 93 +103. Hardy, sorprendido, le preguntó a renglón seguido si conocía la respuesta para las cuartas potencias, a lo que Ramanujan contestó que no podía verla en ese momento, pero que tendría que ser un número muy grande.  Con la ayuda de un ordenador, sabemos ahora que se trata de  635318657 = 1344 + 134 = 1584 + 594, pero todos podemos ver en ese maravilloso ejemplo el inicio de unas preguntas y de una teoría fecunda que trascienden a la anécdota que las originó. Ilustra también la tendencia de Ramanujan de considerar los ejemplos especiales por delante de las construcciones más generales. Tanto en sus celebrados Cuadernos de Notas, como en su correspondencia con Hardy, se recrea en presentar casos particulares que resultan ser especialmente significativos, antes que describir el panorama más general que estaba  subyacente.

Ramanujan en Cambridge

El talento de Ramanujan tiene difícil parangón. La mayoría de los matemáticos poseemos una cierta intuición geométrica, pero la intuición aritmética, aquella que permite detectar las cancelaciones ocultas y los patrones y simetrías en series numéricas, es rara avis, y sus poseedores, como  Euler y Ramanujan, nos maravillarán siempre con sus fórmulas, identidades  y cálculos, tan sorprendentes y fascinantes ahora, como lo fueron setenta y cinco o cientos de años atrás. Ramanujan poseía una potente intuición algebraica y combinatoria, y unas habilidades de manipulación de series, algoritmos, fracciones continuas y todo eso, muy por encima de cualquier otro matemático conocido. Durante los cinco años que estuvo en Cambridge, en tiempos de la primera guerra mundial, publicó veintiún artículos de investigación, cinco de los cuales fueron en colaboración con Hardy. Las referencias siguientes son una buena base de partida para quienes deseen profundizar en su obra: Collected Papers of S. Ramanujan, AMS.ISBN 0-8218-2076-1; S. Ramanujan (1957): Notebooks, Tata Institute; S. Ramanujan (1988): The Lost Notebook; and “Ramanujan: Letters and Commentary” by Bruce Berndt and Robert A. Rankin (AMS and London Math. Society).
Las vicisitudes de su existencia le han envuelto siempre con un cierto halo de romanticismo. El mismo Hardy  escribió que haber conocido a Ramanujan era “el capítulo romántico de su vida”y ese mismo adjetivo ha sido usado por quienes han escrito su biografía, o diversas novelas y obras teatrales basadas en ella. Un ejemplo es la obra de Robert Kanigel (1991) “The man who knew infinity: a life of the genius Ramanujan”; otro más reciente es “The indian clerk” (traducida al castellano por “El contable hindú”) de David Leavitt.   Abel y  Galois son otras figuras del Olimpo matemático que comparten romanticismo con Ramanujan: como él fueron también genios precoces, incomprendidos en sus comienzos y fallecieron en plena juventud, por lo que siempre quedará la duda de cuál hubiese sido su legado de haber disfrutado de una vida más larga, o una existencia más acomodada. Ahora es muy fácil encontrar en lnternet una amplia información sobre la vida de Ramanujan: sus origénes humildes en Kumbakonam, cerca de Madrás; la personalidad un tanto dominadora de su madre, Komalatammal; sus problemas en la universidad de Madrás, donde perdió sus becas por descuidar las asignaturas que no eran de Matemáticas; sus manuscritos con teoremas y fórmulas maravillosas que finalmente supo apreciar Hardy y que le valió la invitación para viajar a Cambridge; el supuesto sueño de su madre en el que la diosa Namagiri de Namakkal le ordenó no interponerse en el camino de su hijo permitiéndole viajar a Inglaterra; sus años en Cambridge, o su enfermedad y retorno a la India.

G.H. Hardy y S. Ramanujan

Para terminar esta breve reseña, valgan las siguientes fórmulas que Ramanujan envió a Cambridge en su manuscrito original, junto con los comentarios que motivaron entonces:




Hardy: “Estas fórmulas me derrotaron completamente. Yo no había visto antes nada como esto. Una simple mirada resulta suficiente para darse cuenta que solamente las podría haber escrito un matemático de primera clase. Deben ser verdad, porque nadie puede tener la imaginación suficiente para inventárselas”. “¿De dónde vienen estas fórmulas, y por qué son verdaderas?”

martes, 11 de diciembre de 2012

2013, año de las matematicas del planeta Tierra.

El año 2013 ha sido declarado el Año de las Matemáticas del Planeta Tierra por los institutos de investigación matemática de Norteamérica, a los que se han sumado otras instituciones relevantes, como la American Mathematical Society (AMS), la European Mathematical Society (EMS) o la International Mathematical Union (IMU).
El objetivo principal de esta celebración es señalar el papel clave que tienen las matemáticas en los procesos relacionados con la continua evolución dinámica de nuestro planeta, focalizando la investigación matemática en estos temas, crear un contexto para poder atacar estos temas de un modo interdisciplinar y buscar sinergias entre investigadores en las temáticas señaladas. Más información en

lunes, 10 de diciembre de 2012

Ada Lovelace, pionera de la programación informática y de la ciencia de la computación.

Hoy se cumplen 197 años del nacimiento de Ada Lovelace, precursora de la ciencia de la computación gracias a sus estudios sobre la máquina analítica de Charles Babbage.

Ada Lovelace no ha pasado la historia por ser hija de Lord Byron, uno de los grandes poetas de la literatura inglesa y símbolo del romanticismo, sino como la asistente visionaria que entrevió las posibilidades de la máquina analítica de Charles Babbage.
Ada Lovelace fue una pionera en su época. Estudió matemáticas y ciencias, y gracias a su preparación desarrolló una serie de instrucciones que permitían hacer cálculos en una versión inicial y alejada de lo que hoy conocemos como ordenador. Las aportaciones de Ada Lovelace al campo de la informática permitieron a otros científicos, como al inglés Alan Turing, continuar las investigaciones en este ámbito hasta llegar a ser considerado como el precursor de la ciencia de la computación.
Ada Augusta Byron -este es su verdadero nombre- nació el 10 de diciembre de 1815 en Piccadilly, Londres. Hija de Lord Byron y Annabella Milbanke (la princesa de los paralelogramos, según la llamaba Byron), no llegó a conocer a su padre, que abandonó Inglaterra cuando ella apenas contaba dos meses de edad tras de divorciarse de su madre. Lord Byron escribía a su única hija legítima a menudo y la homenajeaba en sus continuas obras poéticas: no es extraño encontrar el nombre de Ada entre las heroínas de las obras del escritor, algo que continuó así hasta su muerte por malaria en Grecia (adonde el poeta había acudido a colaborar con la revolución nacionalista) cuando ella tenía solo ocho años de edad.
A los veinte años Ada Lovelace se casó con William King, octavo barón de King y que más tarde fue nombrado Conde de Lovelace. Desde entonces su nombre de casada pasó a aser Lady Augusta Bryon King, Condesa de Lovelace. Nace de ahí su denominación moderna Lady Ada Lovelace. La llegada de sus tres hijos le impidió continuar con sus estudios. Tuvo tres: Bryon Noel Byron, Annabella y Ralph Gordon.
Gracias a una mente privilegiada y a su curiosidad por las matemáticas, Ada Lovelace fue capaz de deducir y prever la capacidad de los ordenadores para ir más allá de los simples cálculos de números. Han sido varias las mujeres que han realizado aportaciones a la informática, pero sólo Ada Lovelace ha conseguido que un lenguaje de programación lleve su nombre. Su trabajo en este campo es reconocido y valorado en el mundo informático hasta el punto de que el Centro Informático de San Diego y el Museo de la Historia de los Ordenadores le han dado a Ada Lovelace un sitio entre sus personalidades.
Ada Lovelace murió de cáncer el 27 de noviembre de 1852 a los 36 años de edad y fue enterrada, a petición suya, al lado de su padre en la Iglesia de Santa María Magdalena en Hucknall, Nottingham.
Completa formación científica
Intentando eliminar cualquier inclinación de Ada hacia la literatura, Lady Byron educó a la niña en el mundo científico. Así, desde bien pequeña, Ada Lovelace estuvo rodeada de los mejores profesores. Le le proporcionaron una completa formación científica, muy superior a lo que se espera de una mujer de la época.
Ada Lovelace recibió clases particulares de matemáticas y ciencias, sobre todo de la rama de Astronomía, contando entre sus tutores con el prestigioso Augustus de Morgan, el primer profesor de matemáticas de la Universidad de Londres, o Mary Sommerville, una brillante matemática que acababa de publicar un libro sobre mecánica celeste y que acabó convirtiéndose en su ejemplo a seguir.

Ada Lovelace, pintada por Margaret Carpenter

En 1833, cuando ya había sido presentada en sociedad y gracias a su protectora Mary Somerville, Ada Lovelace conoció a Charles Babbage. Semanas después de este primer encuentro, Ada visitó con su madre al inventor y matemático en su casa, donde éste les mostró la parte ya construida de su máquina diferencial.
Babbage, que desde 1828 ocupaba la cátedra Lucasiana de Matemáticas de la Universidad de Cambridge (la misma que había ocupado Newton), diseñó su máquina para que generara tablas matemáticas automatizando los pasos «mecánicos» de los cálculos. Algo así como el antepasado de los ordenadores actuales. Y a partir de ahí comenzó una intensa correspondencia entre ambos.
Por su formación, su experiencia infantil en el diseño de una máquina propia -a los doce años quiso construir una máquina voladora inspirada por los experimentos de la época-, y por sus habituales visitas a fábricas y talleres, Ada Lovelace pudo entender el funcionamiento de la máquina.
Dos años más tarde, el 8 de julio de 1835, se casó con William King, octavo barón de King, nombrado más tarde Conde de Lovelace y once años mayor que ella. Al contraer matrimonio Ada se convirtió en la Condesa de Lovelace, y a partir de entonces pasaría a la posteridad como Lady Ada Lovelace. Pero a pesar del matrimonio -que tuvo tres hijos-, su carrera no se truncó.
Una asistente visionaria
Babbage había queda tan impresionado por las capacidades de Ada Lovelace que en 1842 requirió de sus servicios. Se había publicado en francés un trabajo sobre la máquina analítica y Babbage quería que ésta lo tradujera al inglés y lo ampliara con anotaciones propias. Estas notas, cuya extensión triplicaba la del trabajo que había traducido, resultaron contener lo que se considera en la actualidad como los primeros programas informáticos.
Entre otras cosas, Ada Lovelace describió un algoritmo para calcular los números de Bernoulli en la máquina analítica que es considerado el primer algoritmo adaptado específicamente para una «computadora», hecho por el que Ada Lovelace es considerada como la primera programadora de la historia. También sugirió la utilización de tarjetas perforadas para introducir instrucciones en la máquina analítica.
Ada Lovelace falleció a los treinta y seis años -casi a la misma edad que su padre- el 27 de noviembre de 1852, debido a un cáncer uterino y probablemente por las complicaciones derivadas de las sangrías realizadas por sus médicos.
A pesar de que son muchas las mujeres que han realizado grandes aportaciones a la informática, solo Ada Lovelace cuenta con un lenguaje de programación que lleve su nombre. En 1979 el Departamento de Defensa de los Estados Unidos creó un lenguaje de programación basado en Pascal en su honor llamado lenguaje de programación Ada.
Ada Lovelace tiene también un día propio en el calendario: el 16 de octubre. El día de Ada Lovelace rinde homenaje a todas aquellas mujeres del ámbito internacional que han contribuido con esfuerzo y pocas alabanzas en el campo de la ciencia, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas.