En 1995, Andrew Wiles se convertía en la persona que daba por primera vez una demostración del último teorema de Fermat, problema que había permanecido unos 350 años sin demostración. Por ello, entre otros reconocimientos, Wiles obtuvo el Premio Wolfskehl, que consistía en una cantidad de dinero que este tal Wolfskehl había dejado en su testamento. El caso es que alrededor de la figura de Wolfskehl circula una interesante leyenda que vamos a comentar en este post.
La historia más conocida acerca de Paul Wolfskehl va de amores y matemáticas (no, no es como la falsa leyenda sobre por qué no hay Premio Nobel de Matemáticas). Wolfskehl se había interesado por la teoría de números en general, y por el último teorema de Fermat en particular. Tanto le atrajo este problema que intentó demostrarlo, sin obtener ningún resultado. Una lástima.
Por otra parte, al parecer Wolfskehl se enamoró de una mujer, cuyo nombre no trascendió, pero no fue correspondido. Estos dos batacazos, junto con el carácter del propio Wolfskehl, le llevaron a suicidarse. Pero no de cualquier manera, sino en un día concreto y a una hora determinada, ambos autoimpuestos por él mismo (se dice que era tremendamente ordenado).
Bien, pues andaba Wolfskehl el día de su supuesto suicidio redactando su testamento y cuando terminó vio que faltaban todavía unas horas para que llegara el momento de suicidarse. Así que decidió pasar ese rato echando un vistazo a un trabajo de Ernst Kummer sobre el último teorema de Fermat. Al darle una vuelta encontró lo que él creía que era un error, por lo que intentó subsanarlo. La cuestión es que se metió tanto en el tema que cuando se dio cuenta se le había pasado la hora del suicidio. La leyenda cuenta que esto hizo recapacitar a Wolfskehl, que rompió el testamento y olvidó a la mujer, y que el hecho de evitar su prematura muerte le llevó a instaurar un premio de 100000 marcos a quien demostrara que el último teorema de Fermat era cierto, siempre que lo hiciera antes del 13 de septiembre de 2007 (no está clara la razón por la que eligió esa fecha).
Poético, ¿verdad?
Esta es la historia que podéis encontrar en multitud de fuentes, en la mayoría de las que podéis consultar, tanto en papel como en internet. Por poner un par de ejemplos, es básicamente la que se da en la web de Paul Wolfskehl en la Wikipedia en inglés y la que cuenta el reputado escritor Simon Singh en su libro El enigma de Fermat. Se le atribuye al reconocido matemático Alexander Ostrowski, y los primeros en comentarla fueron Philip David y William Chinn en su libro 3.1416 and all that en 1969.
Pero, ¿es la verdadera? Pues no está tan claro…
En 1997 el profesor Klaus Barner, de la Universität Gesamthochschule Kassel, publicó el artículo Paul Wolfskehl and the Wolfskehl Prize, en el cual resta credibilidad a esta historia. No dice que no sea cierta, de hecho comenta que teniendo en cuenta la personalidad de Wolfskehl hasta era verosímil, pero también dice que ninguno de los miembros y amigos de la familia Wolfskehl consultados por él recuerda historia alguna sobre un suicidio que no se produjo. Éste es el párrafo:
I have since shown the story to members and friends of the Wolfskehl family and people acquainted with their history. Nobody could remember having ever heard of an aborted suicide plan. Several people were of the opinion, however, that such a plan could well have existed. Paul Wolfskehl is reported to have been incredibly depressed at times due to his serious illness and the foreseeable course thereof. Had he had a motive to commit suicide, then it was rather due to this illness than to lovesickness or lack of success in solving the riddle of the Fermat conjecture.El propio Simon Singh habla sobre este artículo de Barner en su web.
Según Barner, la opción más verosímil es que, aparte de que el intento de suicidio no existiera, la idea de instaurar el Premio Wolfskehl surgiera en agradecimiento al último teorema de Fermat por haberle dado sentido a los últimos años de la, por otra parte, enferma vida de Wolfskehl (que padeció esclerosis múltiple). Aunque da otra posibilidad más rosa: no dejarle en herencia todo su dinero a su mujer, Marie Fröhlich, que convirtió en un infierno los últimos años de su vida.
La lástima es que no tenemos muchas más fuentes a las que consultar, ya que, por ejemplo, Alexander Ostrowski ya ha fallecido, por lo que no podemos preguntarle de dónde sacó su información para confirmar si era cierta o no. A falta de más datos me da que no nos queda más que quedarnos con la posibilidad que veamos más factible.
Fuente: www.gaussianos.com
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